Como dice una canción de Alejandro Sanz “después de la tormenta siempre llega la calma” Después de pasar unos días sumida en la vorágine navideña de Madrid, vuelvo a Antas para retomar la rutina habitual. En el resto de España enero es un mes frío y desapacible pero para nosotros, está marcado por las llamadas “calmas de enero”. Este mes nos sorprende con días en los que parece, que la primavera ha estallado adelantadamente y el viento se ha ido de vacaciones. Es ahora cuando se nota que los días comienzan a ser más largos.
Siempre que vuelvo a Antas me encanta sentir de nuevo el olor del campo, del aire limpio y fresco, disfrutar del colorido de los árboles y escuchar cientos de pájaros cantando como si estuvieran dando un concierto ante el mejor de los auditorios.
Por las noches antes de acostarme me gusta salir un rato a la terraza para contemplar el cielo, que en Antas siempre está inundado de estrellas. Es una gozada despedir el día mientras disfruto de la luna y escucho los sonidos de la noche. Una noche en calma sin sirenas, ni cláxones. Sólo algún grillo despistado y ranas que croan en los embalses cercanos. Por la mañana serán cientos de pajarillos los que me despierten con su alegre canto. Si, es una suerte disfrutar del campo. Creo que este año no puedo pedirles nada a los Reyes. Si acaso que continuéis adoptando más naranjos 
