El tiempo pasa rápido y el otoño está cada vez más cerca. Ha sido un verano estupendo que hemos cerrado con las fiestas de Antas. Durante unos días hemos cambiado tractores y azadas por vestidos de gitana y trajes de domingo. El almuerzo lo hemos tomado en la feria de mediodía, pero sin descuidar nunca el cuidado de nuestros, mejor dicho vuestros, naranjos.
Después de este paréntesis retomamos la rutina habitual de revisar goteros, quitar retoños, curarlos si tienen alguna enfermedad y prepararlos para el invierno, que en Almería suele ser bastante suave.
El verano nos ha dejado bonitos recuerdos como el de la gata Zape que tuvo su camada en el fondo de una tinaja. Por suerte los descubrimos a tiempo y conseguimos que sobrevivieran todos los gatitos. ¡¡Ahora tenemos casi un equipo de fútbol gatuno!!
Los naranjos siguen creciendo a un ritmo excelente y están cada vez más grandes. Si la climatología no lo impide el próximo año la cosecha será fantástica. Porque para nosotros el hombre del tiempo es casi nuestro mejor amigo. Ser agricultor implica, entre otras cosas, estar siempre pendiente del tiempo. Y os confieso que casi nunca llueve a gusto de todos (lo cierto es que en Almería casi nunca lo hace) Pero según dicen los ancianos del lugar este será un gran año. El motivo: ha llovido entre la Virgen de agosto y la de septiembre (la Virgen de la Cabeza, patrona de Antas) Cuando la tierra se moja entre estas dos Vírgenes el tiempo acompañará y la cosecha será buena. ¡¡Os mantendré informados!!